miércoles, 30 de diciembre de 2009


Pared

Pared, ya tu color
De ceniza tierna, evapora
Tu himno esquilando días
En los ritmos claros del calendario
Con tu instinto de montaña cuadrada,
Con tu apariencia de cortina salada
Y tu manera tiesa
de despertar grietas de cenit con la aldaba.
Ya para mañana
Se harán más planes
Ya para mañana
Se pintaran garabatos
Ahora solo quédate quieta
Allá en tu clavada forma de tela oxidada.

Cuevas de corujas

Antorcha, la cualidad de las cifelas
Arde como oro en el tejado húmedo,
Arde en su granizo yerto,
En su escarcha esbelta
Con toda su vellosidad de gacela.
Mientras las corujas tiritan
Presuntuosas en la puerta de las cuevas.
Presuntuosas tiritan las corujas
Hurgando jacintos en ristras de loto
y en rosarios de candelabros.
Nadie como ellas auguran
La venida del estío,
frente al infinito socavón de las cuevas.
Ellas son como campaneras,
como esquilas, como esquilas campaneras.
Ellas se duermen entre guarangos
Tranquilas se quedan
atisbando los eriales y las escarpadas.
Las cuevas de corujas
Son casi simples
Son casi lóbregas
Pero son como todas las cuevas e corujas.
Es estío acecha
Las corujas jadean con llamaradas
de sangre frente al crepúsculo del verano

La cigarra y la muerte

Con su bandurria la cigarra llora
Sola entre naranjos y entre lucumos.
Llora la cigarra, tejiendo en las cuerdas
nociones inciertas y texturas nocivas al café.
La grata nata jadea como quimérica
Gota en la enredada lagrima de la cigarra.
La nata jadea en su lecho muerto
De crepúsculo y se duerme tranquila
Bajo la sombra de la cigarra.
Con su sola bandurria la cigarra
Llora sin calma, tocando una tonada
de campana pero ya todos
duermen, ya todos descansan bajo tierra.